El Belén del Apóstol
En Caimito del Hanábana lo impactaron, sobre todo, su acercamiento a la naturaleza y la aproximación al problema del negro en la Cuba de entonces, dos asuntos sustanciales de su ideario.
El 12 de abril de 1862, mientras viajaba en tren, el pequeño Martí debió mirar distraído por una ventanilla sin llamar la atención de nadie, y quizá con una pregunta rondándole en la cabeza: ¿Qué será Caimito del Hanábana?
El viaje por ferrocarril, desde la capital del país hasta el poblado de Nueva Bermeja, hoy Colón, debió ser muy atractivo para aquel niño de nueve años de edad, quien hasta entonces había estado bajo el cuidado de su familia en un ambiente urbano.
Desde allí y hasta Caimito del Hanábana, ubicado al sur del territorio matancero, el recorrido debió ser presumiblemente a lomo de caballo y con paradas intermedias para el necesario descanso.
Era una localidad perteneciente al actual municipio de Calimete, en las cercanías de la Ciénaga de Zapata, adonde Don Mariano Martí Navarro había sido enviado en condición de capitán juez pedáneo, y en virtud de lo cual decidió auxiliarse de su hijo, quien a esa temprana edad tenía una excelente caligrafía y la cualidad de leer con facilidad.
Aunque era bastante sobrio en ternuras, durante la travesía el padre debió conversar para entretener el tiempo y despejar la incertidumbre del menor, quien lógicamente se cuestionaría más de una vez qué le aguardaba en aquel recóndito lugar.
INFLUENCIA DECISIVA
En sus investigaciones sobre este y otros temas vinculados con la figura de José Martí, el relevante médico legista e historiador de la Ciudad de Matanzas, Ercilio Vento Canosa, asegura que, aunque se trata de uno de los periodos menos conocidos sobre el Apóstol, por la escasísima documentación testimonial, no hay duda de que su estancia en tierra matancera ejerció una influencia decisiva en el futuro de aquel hombre genial.
Lo impactaron, sobre todo, su acercamiento a la naturaleza y la aproximación al problema del negro en la Cuba de entonces, dos asuntos sustanciales de su ideario, dice. Coincide con quienes piensan que Caimito del Hanábana parece tener un peso mayor que aquel que la historia y la biografía le han señalado.
Se desconoce, comenta Vento Canosa, el día a día de su permanencia en esa demarcación matancera (¿quién le cocinaba o lavaba su ropa, cómo eran sus noches?), pero nadie puede atestiguar que fue un evento intrascendente; todo lo contrario, resultó uno de los pasos previos en el camino que habría de conducirlo a su destino y sacerdocio.
«No fue una etapa simple y pasajera, aquellos días tienen el mérito de ser un punto de partida en su fecunda existencia, el lugar donde tuvo la dicha de poder pasear a caballo, transitar por guardarrayas, caminos vírgenes y detenerse en el encanto que ofrece la naturaleza».
Entre las vivencias de aquellos nueve meses, tiempo en el que de seguro aprendió lecciones necesarias, está la carta enviada a su madre, del 23 de octubre de 1862, primer documento escrito por el Maestro, del que se tenga noticia, hace notar Ercilio Vento.
Según algunos investigadores, en la segunda mitad del siglo XIX había un gran movimiento en la zona, y era común ver a carreteros, militares, dueños de ingenios y propietarios de esclavos, pero afirman que años después inició la decadencia del pequeño caserío hasta su desaparición total.
No hace mucho tiempo, en señal justiciera, se erigió allí un memorial en tributo a nuestro Héroe Nacional, el hombre que convirtió en poesía todo lo que tocó, según algunos de sus estudiosos, algo que suscribe el Historiador de la Ciudad de Matanzas sin el menor reparo, y a quien le llena de satisfacción hablar sobre el Apóstol.
MARTÍ DE NUEVO AL COMBATE
–En uno de sus libros usted asegura que en la madrugada del 26 de Julio, José Martí vuelve a su caballo y le clava espuelas…
–Considerar a Martí el autor intelectual del asalto al Cuartel Moncada es una metáfora fantástica. De entrada, se le resucita políticamente, se lo trae al combate de nuevo. Creo que hasta ese momento era reconocido como un personaje icónico, apenas el personaje de la moneda…
«Fue sin duda una genialidad de Fidel, quien le da a la Revolución naciente un sello indiscutible. Después de todo, podían encarcelarlo a él o hasta matarlo, pero no podían hacer algo así con Martí.
«Hay un dato revelador, y es que en 1901, por ejemplo, la población en Cuba siquiera excedía los dos millones de personas, y la mitad era analfabeta, con muy escasos conocimientos de quién realmente había sido José Martí. De ahí el valor de que la Generación del Centenario fuera profundamente martiana.
«Esa certeza es más que evidente en La Historia me Absolverá, uno de los documentos más importantes de la historia de Cuba, pieza formidable desde el punto de vista jurídico y por su riqueza de doctrina de Derecho».
–Existe también el criterio de que su caída en Dos Ríos fue un suicidio, y que lo mató una mano procedente de las filas mambisas…
–Desde mi profesión de médico legista y los elementos forenses recogidos, sobre todo por la trayectoria de los disparos que lo impactaron, puedo asegurar que es técnicamente muy difícil que lo haya asesinado uno de los suyos. El análisis para llegar a esa conclusión está acopiado en un libro de mi autoría, preparado por Ediciones Luminaria.
«Un hombre que horas antes le escribe a su amigo Manuel Mercado:
“…Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…”, no puede estar pensando en quitarse la vida; en esa frase hay, sin lugar a duda, una misión de futuro para cuando termine la guerra».
–Sin embargo, algunos expertos juzgan que su caligrafía denota una tipología suicida…
–Esa consideración nace de la redacción del Manifiesto de Montecristi, la cual, si bien se hizo en condiciones de apresuramiento, no creo que sostenga ese rasgo. Es cierto que la letra revela de algún modo la personalidad.
«Analicé cuidadosamente la letra del Maestro, revisé más de 180 documentos y unas 1 300 firmas, y hasta lo que escribió en griego y hebreo, y no hay ninguna señal suicida en su escritura.
«Tuvo, por cierto, una letra no tan legible, pero exquisita, de tal manera que empataba una palabra con otra.
«Otros detalles curiosos de ese estudio grafológico es que no hay nada que revele en él odio o miedo, y que prácticamente nunca cambió la forma de escribir su firma».
–Creo haberle oído decir que a Martí deberíamos bajarlo del monumento y sentarlo en el parque. ¿En qué sentido lo dice?
–A mi juicio no es bueno colocar al personaje únicamente en un pedestal, eso lo aleja del ser humano cotidiano. Necesitamos sentarlo en un parque, como hicimos con la figura de John Lennon, y que los niños puedan tocarlo, sentarse junto a él y hacerse una foto.
«A veces tememos hablar de sus interioridades, preferimos al personaje puro, y Martí fue, sobre todo, un gran ser humano. Es importante que no se nos pierda la dimensión del sujeto cotidiano, humanizarlo sin llegar a la vulgarización».
–De las cosas más extraordinarias que se hayan escrito o dicho sobre el Apóstol…
–Estamos en presencia de un hombre de una lucidez extraordinaria, a quien han hecho enaltecimientos merecidísimos. Recuerdo, en particular, una descripción sublime que hiciera Máximo Gómez, que era –por cierto– parco en elogios, y llega a compararlo nada menos que con Bolívar.
«Dijo el Generalísimo, más o menos, que un día vio a Martí erguido sobre su caballo de batalla, como un venado, rodeado de bravos jinetes, de tal modo que le recordó las pampas de Carabobo».
–¿Sería demasiado ambicioso acaso que nuestros estudiantes lo conozcan mejor, que sea parte de su formación?
–No quiero que lo vean como algo presuntuoso de mi parte, pero yo les hablo mucho de Martí a mis alumnos de la Universidad. Cuando imparto Medicina Legal o Siquiatría Forense y, por ejemplo, explico sobre las armas de fuego y la manera en que se producen los disparos, pues aprovecho y me refiero a su dimensión de escritor, a los hechos en torno a su muerte, de la que se sabe tan poco; a la particular relación con su familia, en fin, intento estremecerlos con detalles de aquel ser ejemplar.
«Claro está, es preciso hacerlo con un lenguaje sencillo y cautivante a la vez, sin dogmas, en el que cobre vida la magia poética que caracterizó al Maestro. Si de algo estoy convencido a estas alturas es de que nuestros niños deberían aspirar también a ser como José Martí, como mismo se les enseña a respetar la bandera y los símbolos, y a ser como el Che».
–Si es cierto que la raíz de muchos sentimientos dominantes deben buscarse en la niñez, Caimito del Hanábana tuvo un influjo real en José Martí. ¿No lo cree?
–Pienso que lo impactó en profundidad; lo marcó. Es el Belén de Cuba, el lugar donde nació el Apóstol, dijo en una ocasión Armando Hart Dávalos, para magnificar su significado.
«Sin ánimo de ofrecer lecciones o pautas, ese sitio debería ser un lugar de peregrinación y trasladar hasta allí a estudiantes de todas partes, y que algún maestro instruido, y con vocación martiana, les hable del Apóstol».
por Ventura de Jesús
Fuente: Granma
https://www.granma.cu/cuba/2023-01-27/el-belen-del-apostol-27-01-2023-17-01-24